Como Seres Humanos que somos (conformados por espíritu y cuerpos terrenales), habitamos en forma simultánea en dos planos : el Espiritual, y el Material.
Nuestro Espíritu (parte de Dios) mora en el plano Real, mientras que nuestros cuerpos habitan en el plano Material. En el plano Real todo es indiferenciado. No hay formas, ni nombres, ni experiencias.
Todo se encuentra en un estado de absoluta Plenitud y Paz, en un Eterno Presente.
Ilusión vs Realidad
Ilusión
Los hinduistas y los budistas (entre otras corrientes espirituales) afirman que todo lo que podemos percibir con nuestros sentidos son “apariencias”, entendiendo por apariencia todo aquello que tiene un comienzo y un final.
En vista de ello, podemos afirmar que el Universo en sí mismo, y todo lo que existe en él, son apariencias, dado que todo cumple un ciclo de nacimiento, experimentación y disolución.
En oriente, se denomina MAYA al plano que podemos percibir con nuestros sentidos, el cual está conformado únicamente por apariencias.
Realidad
Podemos definir la Realidad como aquello que está más allá del tiempo y del espacio, aquello que preexiste al Universo, y por lo cual éste fue creado.
Es el plano de Dios.
En nuestro caso, como seres humanos encarnados, podemos afirmar que lo único “Real” que poseemos es nuestro Espíritu (el cuál es una parte indivisible de Dios, y por lo tanto, mora en Su plano).
Cuando logramos aquietarnos lo suficiente, podemos sentir “Nuestra Realidad”, o sea, podremos sentir nuestro Espíritu, así como las cualidades que le son inherentes : el Amor incondicional, la Pureza, la Paz, la Libertad, la maravillosa sensación de Unidad con todo ser vivo, una inmensa dicha por el solo hecho de Ser, y todas las demás cualidades de Dios presentes en nosotros, por ser parte de Él.
¿Porqué creemos que lo ilusorio es lo real?
El gran problema que como seres humanos tenemos es que Maya nos atrapa, atrayendo la atención de nuestra conciencia sobre lo ilusorio a tal punto que logra confundirnos y hacernos creer que lo “aparente” es lo real, y peor aún, “que es lo único real”.
Al olvidarnos de Quienes Somos, y creer que lo que percibimos con nuestros sentidos es verdadero, comenzamos naturalmente a condicionarnos y a generar ataduras sobre el plano material.
Esos apegos sobre lo ilusorio (que nos creamos nosotros mismos), son la causa de todas nuestras aflicciones, ya que producen, entre otras cosas, “deseos de poseer” (bienes materiales, afectos, reconocimiento, etc.), miedos de perder aquello que creemos que poseemos, frustraciones cuando no conseguimos lo que deseamos, y un sinfín de sentimientos negativos, consecuencia directa de nuestros apegos sobre el mundo de Maya.
¿Qué podemos hacer para liberarnos de la red que Maya tiende sobre nosotros?
“Debemos Aprender a Reconocer lo ilusorio como tal”.
Cuanto más logramos tomar conciencia de que las apariencias no son reales (sino que como afirman los budistas, son similares a un sueño), más sencillo será para nosotros disolver los apegos que por sana ignorancia hemos generado sobre ellas, con la enorme liberación que de ello deriva.
Para lograrlo :
Debemos “Despertar y Expandir nuestra Luz Interior”.
Recordemos que la oscuridad solo puede existir cuando hay ausencia de luz.
De igual manera, la ilusión solo puede ser percibida como real mientras nuestra Luz interior permanezca tenue, por lo tanto, cuando logramos intensificar su caudal, ésta iluminará nuestra mente y nos brindará la comprensión necesaria para poder distinguir lo aparente de lo real.
Para incrementar nuestra Luz, si bien existen varias prácticas, vamos a referirnos a aquella utilizada por la corriente hermética, la cual sugiere aquietarnos tanto como nos sea posible, y elevar nuestra conciencia hacia el YO SOY, lo cual implica concentrarnos y reconocer que somos Espíritu, parte de Dios, y mantenernos concentrados en esa Verdad hasta que comencemos a sentir la maravillosa esencia que conforma nuestra Realidad.
Cuando este objetivo es alcanzado, podremos observar nuestra vida encarnada dentro de Maya como si estuviésemos mirando una película, sabiendo que nada de lo que allí ocurra puede realmente tocarnos, puesto que nuestro Ser real ES más allá de lo aparente.
Desde esta óptica superior, se trasciende todo aquello que nos pueda generar apego y aferramiento al plano material, puesto que nuestra consciencia estará en una sintonía tal que no es alcanzada por la influencia de las Leyes Polares, que rigen el plano de Maya.
Al estar encendida la Luz de nuestro Ser, ésta afectará (en nuestro beneficio) las apariencias que conforman nuestro mundo personal. Se sanan nuestros cuerpos, y atraemos hacia nosotros todo aquello que requerimos para nuestra evolución y para el cumplimiento de nuestro Propósito en esta encarnación.
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