Sabemos que la situación que estamos atravesando a nivel planetario es por demás compleja, desde la óptica de nuestra consciencia externa. Estamos ante una ola muy intensa de miedo, no solamente por el virus que nos aqueja, sino por todas las consecuencias negativas que éste genera en varios frentes, como el económico y el aislamiento social, entre otros.
Muchos se preguntan qué se puede hacer en este contexto tan crítico.
Antes de brindar una respuesta, vamos a analizar la situación desde una óptica más Trascendente…
Cuenta la historia, de un anciano que enseña su sabiduría a su nieto.
Él le dice:
– Presta atención a esto: En el interior de un hombre viven dos lobos, uno bueno y uno malo.
Su nieto pregunta:
– Abuelo ¿Cuál gana?
– El que tú alimentes.
Cuando Meditas, entonces haces silencio…, y en silencio lo que pienses pasa a un segundo plano porque dejas de sentirlo.
En el silencio no hay preguntas, no evaluamos, no comparamos, ni medimos, no hay queja, no hay antes ni después, y el juicio se queda sin causa. Solo es silencio, paz, relax, vacuidad.
¿Por qué el silencio?, porque es la única forma de estar contigo y conocerte, es el idioma para hablar con tu Dios.
Vivimos buscando lo que llevamos puesto. No tenemos consciencia de quienes somos. Llevamos como prenda una amnesia del origen de nuestra existencia. Suponemos saber lo que otros suponían y que antes otros supusieron. Nos culpamos unos a otros de los resultados.
No nos hacemos cargo de que todo esto que vivimos es la historia de nuestra propia creación mental. Aún ignoramos donde está nuestra Luz.
Cuando hablamos de la Fuente, nos referimos a Aquello que ha dado origen a todo lo que existe en el Universo. Es el plano de Dios, desde el cual emerge toda Creación.
Este plano contiene dentro de Sí Mismo las infinitas posibilidades de experimentación en forma de “ideas”, que luego podrán ser “experimentadas en forma sentida” en el Universo tangible (el cual oficia de campo de experimentación de estas “ideas”).
Como Seres Humanos que somos (conformados por espíritu y cuerpos terrenales), habitamos en forma simultánea en dos planos : el Espiritual, y el Material.
Nuestro Espíritu (parte de Dios) mora en el plano Real, mientras que nuestros cuerpos habitan en el plano Material.
En el plano Real todo es indiferenciado. No hay formas, ni nombres, ni experiencias.
Todo se encuentra en un estado de absoluta Plenitud y Paz, en un Eterno Presente.
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