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Hijos con Desafíos y Educación Consciente hacia un mundo más Presente.

Escribir es un desafío, y entregarme a esta aventura de pensar juntos sobre nuestras creencias acerca de tantos niños y familias que se enfrentan a la “discapacidad”, me entusiasma.

Las palabras dichas crean realidades, y las palabras escritas tienen el peso de la permanencia, así que con humildad y cuidado trataré de pensar junto a ustedes una forma de entender el Universo de personas que aprenden, viven, perciben y funcionan de una manera distinta a la inmensa mayoría. 

Así pues, me surge la primera pregunta: ¿Son discapacitadas, las personas? 

Si la respuesta es sí, creo que todos lo somos en algún orden de la vida. Yo por ejemplo soy discapacitada para correr a ritmo sostenido largas distancias; soy discapacitada para prestar atención a más de dos cosas al mismo tiempo; soy discapacitada para manejar la tecnología, pues la intuición necesaria que implica probar distintas alternativas informáticas me paraliza, y seguramente fui discapacitada el día que tuve que criar a mis dos hijos de la mejor forma que existía.

Me gusta llamar a esas discapacidades “desafío”. Tengo desafíos en un millón de cosas, entre las cuales está entender a quienes no son como yo. 

 Me gustaría decir que primero y ante todo somos PERSONAS , simplemente personas que presentamos algún desafío, que funcionan de mejor o peor manera en una o varias áreas de la vida, y lo recalco porque a veces pareciera que lo olvidamos. No me sentiría muy bien sintiendo que “mis discapacidades o desafíos” me definieran, así como tampoco que sólo lo hicieran mis habilidades o virtudes. 

Pensemos juntos en alguna condición nuestra: nací alta, muy alta …y que se me llamara por “la alta”, la pelirroja, la gorda, la masculina, etc. ¿Eso me definiría? Claramente no.

 Pues entonces Cande no ES Down, Cande TIENE síndrome de Down, Iván no ES autista, TIENE una condición del Espectro Autista.

Las personas no somos la condición con la que nacimos. Las PERSONAS somos PERSONAS CON un millón de cosas buenas y otro millón de cosas que nos generan desafíos.

Es así que, en lugar de ser algo estanco y rígido, voy siendo y voy cambiando la pregunta:

¿Son discapacitados o somos nosotros los discapacitados para entender otras formas que desafían nuestras creencias? 

Y aquí viene otra cuestión: peguntarme quién soy, cuando soy tan categórico y firme de saber quién es el otro.

¿Y si en lugar de definir a los otros, trato de definirme yo? 

Por loco o filosófico que parezca, yo personalmente aún estoy tratando de hacerlo, pues tampoco soy lo que estudié, lo que elegí como forma de vida, mi inclinación sexual, ni mucho menos lo que tengo o lo que hago o lo que la biología me dio. O sea que no tengo una respuesta acabada. Mucho menos puedo encasillar a otro en una definición de lo que es. ¿No?

Pensarme y pensar a los otros, como seres que “van siendo” en la medida en que van viviendo me hace responsable del mundo para habitarme, habitarlo, y que sea habitable para todos. 

A mí me encanta pensar en un planeta lleno de personas neuro-diversas que aprenden a ritmos distintos, que perciben el mundo de mil formas, que me interpelan y cuestionan mis formas de vivir y convivir.

Quiero creer que muchos de esos desafíos que las personas tienen pueden ser impermanentes o modificables en función del lugar que le demos para aceptarlos y trabajar con ellos.

 Aprender a mirar lo que me rodea, con ojos de principiante, con curiosidad, con la posibilidad de de-construir la creencia de que tengo el poder o el saber, me permitió acercarme y colaborar a modificar el entorno para que todos tengamos lugar en el mundo, más allá de los desafíos. Tuve la suerte de cruzarme con grandes maestros, los más importantes e influyentes han sido mis hijos y mis alumnos, que hicieron a cada paso que mis planes muchas veces no fueran los mejores como creía. 

Tato López y Caro Anastasiadis, escritores uruguayos, amigos, en dos libros que nacieron simultáneamente, Descubrir el Ser y Una aventura de meditación Vipassana, comparten mucho de cómo llegar al SER. Hablan de conectar con una sabiduría intrínseca donde solo aquietando la mente andariega y generando espacios de conciencia se puede lograr observar con mayor claridad. Resueno con ello. 

Comparto esto pues en dos viajes diferentes cada uno, con su libro, llegó a la profunda conclusión de que lo verdaderamente importante, lo que toca a la esencia del ser humano, es el autoconocimiento.  Es llegando allí, a ese lugar hondo, muy adentro nuestro, donde podemos interpelar nuestras creencias y mandatos, con algo tan simple como Parar, Respirar, Meditar, Ser Agradecidos y Vivir desde el Amor.

Así pues, más que trabajar con los saberes académicos, comencemos a trabajar con los saberes del alma, aquellos que no son medibles, tangibles, pero se SIENTEN, y cada vez que estemos frente a un otro pensemos desde qué lugar lo miramos; si desde la superioridad de que tenemos (a nuestro entender) todas las facultades y la verdad, o desde la humildad de no saber y construir un puente de conexión y de aprendizaje mutuo.

Mirarnos y ver si podemos humildemente ver a ese otro, misterioso, diferente, desafiante, diverso, pero que de entrada me va a enseñar de empatía, de paciencia, de simpleza, de compasión y de humanidad compartida. 

Estemos atentos, conscientes, cuando damos un diagnóstico, que éste sea un mar de posibilidades y no una sentencia; observemos nuestros sesgos cuando miramos por la calle a alguien “no convencional”, vivamos presentes, desaprendamos lo aprendido. Como dice mi querido Brother David:

“Paremos, miremos, y luego sigamos”. ¡Stop, look and go!

Todos los niños del mundo son niños con desafíos desde el momento que nacen, y todos los padres del mundo tenemos hijos con desafíos para enfrentar la vida.

Pensarlo de esa forma me pareció la manera más democrática de no clasificar a nadie en ninguna categoría de mayor o menor calidad y poner el énfasis en los desafíos.

 

Es preciso no condicionar a la persona con desafíos, y sí poner tiempo y energía, énfasis, en cómo puedo hacer yo para que cualquier persona con cualquier condición viva dignamente, aprenda, enseñe, y sea feliz.

Se ha transformado en mi desvelo y es por ello que acepte escribir esto CON ustedes, para que me ayuden a pensar un mundo mejor para TODOS.

 

Maga Fernández Genta

Educación Consciente

Instructora de Mindfulness de Niños y Adolescentes


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