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Toda la vida nos rodeamos de cosas y situaciones que nos son útiles; tenemos necesidad de ser útiles, buscamos vivir eso que llenará un vacío; queremos que nuestros hijos sean útiles y les damos todo con la ansiedad y el temor de evitarles el fracaso; guardamos, compramos, leemos y creamos eso que creemos nos será útil algún día. ¿Cuándo?

Vamos por la vida evaluando, comparando y midiendo las cosas. 

La vida ya es un festejo, pero no lo vemos y buscamos crear una más grande. Transformamos todo en una competencia, un desafío, una meta. ¿Estás Conforme?

Nos movemos en un espacio pequeño casi todos los días; de la vivienda al trabajo y del comercio a la vivienda; vamos y venimos por las mismas calles casi sin pensar. Entre medio buscamos distracciones que serenen la mente: shopping, comidas, salidas, gimnasio, trivialidades y las ansiadas vacaciones para reparar “energías”.

¿Será que morimos once meses y vivimos uno? Emociones, euforias, desilusiones, alegrías y angustias, todo mezclado.

Nos mantenemos en contacto con personas que son útiles; comemos, estudiamos y disfrutamos una película o un deporte; usamos ropa acorde, cosméticos y medicamentos; tenemos pasatiempos y un trabajo; todo eso sin analizar ni pensar mucho más, es lo que consideramos Una Vida Normal.

Es un menú aceptado donde el éxito y la felicidad están dados por cuantos ítems de la carta hemos saboreado satisfactoriamente.

Esto que escribo, no es para el que está cómodo hoy, porque tiene las necesidades materiales satisfechas que lo posicionan en una paz temporal y su ego lo gratifica al compararse con el que está peor; pero si solo observara a sus antepasados y a su descendencia, comprobaría que nada es permanente ni tampoco ilimitado, siempre, siempre hay un momento de quiebre. Ese mismo va a padecer contrariedades físicas o psíquicas que lo terminan dejando insatisfecho.

Nadie posee el don divino en lo material, solo se consigue en lo espiritual; pero comprenderlo es lo difícil.

Con esa consciencia estamos abocados a una nada aceptada por la mente frente al infinito desconocido; estamos creyendo crear una mejor vida que ya fue creada por otros con los resultados conocidos. Con la mirada fijada al suelo, sin ver, ni oír, pisamos las mismas huellas donde otros ya han pisado por ignorar nuestro propósito.

Si observamos los resultados hasta hoy, vemos que hay una programación que fue diseñada con los años, para tener el control y manejo de grandes sociedades manteniéndolas ignorantes. Con una educación obligatoria, con dogmas, leyes y un pensamiento colectivo que nos limita y adoctrina a asumir nuestra vida como la única forma de vivirla.

Observen un poco y vean las sociedades indignadas, fanatizadas y cautivadas en: política, fútbol, vanidades, trivialidades, economía, sexualidad, delincuencia, ciencias, corrupción y la mentira; nada se detiene porque a eso nos han acostumbrado.

Por otro lado están las Organizaciones en Defensa de…, qué no deberían de existir si recordáramos quienes somos.

No hay tiempo para reconocer que vivimos una vida programada por otros. A muchos esto que digo les molesta, porque les incomoda su zona de confort. Es como si una mosca les dijera a miles de moscas, “No coman eso”.

No somos los dueños del restaurante, somos los que se conforman con lo que hay en el menú elaborado por otros. ¿Se entiende?

Las enseñanzas forman individuos que van a hacer lo mismo que otros dejarán de hacer. Como un fusible ocupamos el lugar que otro deja. Cambian las tecnologías pero no el método programado de actuar.

Nos arruinamos queriendo crear una gran fiesta como una forma de existencialismo sin la consciencia de que no estamos creando nada; todos hacemos lo mismo, con un ego que se siente importante al creer que hace algo mayor que el otro. No hay respeto y hacemos del mundo un basurero cada vez que creamos algo.

Los resultados están a la vista; el sufrimiento lo traemos incorporado, es una lucha por evitar angustias, por encontrar la forma de tener felicidad.

Hacemos un esfuerzo para que los hijos puedan tener una educación mejor, para que sean más útiles. ¿Qué quién?

Nada sucederá así. Esa lucha y esa angustia la van a heredar, toda la ignorancia la heredan, porque formarán parte de la idiosincrasia limitada y aceptada por todos nosotros; van a consumir del menú que se les presenta. Pocos están buscando en sí mismo una propuesta mejor. No se trata de dejarles un mundo mejor, nosotros individualmente debemos ser el mundo mejor, ellos recibirán el beneficio.

Las enseñanzas y las religiones son limitadoras del verdadero conocimiento; están diseñadas por sucesivos intereses sociales en un permanente cambio según el relator y redactor de turno.

El ego de éstos, en su afán de imponer su teoría de qué es lo mejor, mantienen a la humanidad atrapada en la ignorancia logrando con ello un protagonismo personal.

Hoy vemos que en la Eucaristía ha cambiado el tono, pasando de ser duros e implacables con una ceremonia llena de presagios para los transgresores, a una más amorosa y simpática.

Cambió la forma pero no el contenido. Eso no está mal, me gusta, pero no es lo que Jesús quería.

En las enseñanzas, un niño ingresa a los tres años; a los veinte no sabe qué hacer, no sabe qué es lo que sabe; a los treinta y cinco forma parte de la masa que busca un beneficio en sociedad; pasado los cincuenta se da cuenta que la vida se le fue y tiene que seguir trabajando para que las deudas no lo dejen sin nada en su vejez. Todo es una elección, pero de un menú que está preestablecido, lo que lo hace parecer a un libre albedrío.

La necesidad de una religión es lo que más conflicto nos ha creado, somos fieles aceptando algo bajo un fanatismo temeroso por un “Dios” que se sigue pero nadie sabe con certeza a quién se expone.

Nos golpeamos el pecho diciendo, “Yo creo en Dios”, pero ni idea tenemos.

El hombre necesita saber porque siente que algo tiene que haber, es huérfano de espíritu; las religiones en parte nos complacen, pero en el fondo del alma sentimos que hay algo que no nos han contado; y eso es porque creer no es un esfuerzo, no se enseña, se siente cuando la mente le pertenece a Dios.

A muchos les molesta esto, pero sinceramente la palabra de Jesús no ha sido realmente comprendida por todos; es difícil transmitir algo, al que no está preparado para entender, por personas que no están preparadas para enseñar; ha sido monótona la prédica e interpretada con descuido; si observamos cómo están los Cristianos, vemos que el mensaje no ha llegado con claridad.

La mayoría oran una vez a la semana como si le estuvieran haciendo un favor y el resto del tiempo lo dedican a lo que consideran útil a sus vidas sin actuar en consecuencia; esto indica el nivel de ignorancia del mensaje de Jesús y el desconocimiento de nuestro origen a través de su palabra.

A la gente le encanta lo desconocido, lo sobrenatural y el ego siempre dice comprender aquello que no comprende con claridad.

Sé que es molesto leer esto, pero así es.

Jesús es el ser más conocido, amado y respetado en occidente y gran parte de la humanidad, pero su enseñanza pocos la han comprendido.  El que no entiende, poco útil le es a sus propósitos, entonces su palabra es graduada, modificada y acomodada según más les convenga para no tener cargos de consciencia.

Cuando tenemos consciencia que estamos ignorando nuestra razón de existir, reconocemos que estábamos perdiendo de vista el propósito de nuestra existencia.

Nuestra programada mente egótica no nos permite comprender que pertenecemos a un Todo, a la mente Universal, con un propósito mayor que solo nacer, satisfacer el cuerpo y morir.

Cuando hay consciencia, comenzamos a ver eso que nos parecía inútil. De ahí, “Todo lo que pidas en oración, si sientes que lo tienes, te será dado”.

El alma se siente cuando comenzamos a vivir la experiencia; comprendemos a Jesús cuando el ego se hace añicos y la humildad emerge; dejamos de admirar el regalo por su envoltorio hermosos y buscamos en su contenido; dejamos de creernos importantes por la apariencia y vemos que el tiempo no se termina.

Para nosotros lo más útil es lo que sí se ve, porque lo que no se ve no existe.

 

Si continuaste leyendo hasta aquí, es porque una luz se está encendiendo.

 

Para las mayorías las religiones no les son útiles en su día a día.

Hoy sabemos lo que nos han contado, pero seguimos esclavos de la necesidad material para la supervivencia.

Esta realidad que a todos nos esclaviza a sufrir y no entender el propósito, es por la enorme ignorancia de nuestro origen, amnesia del origen. He ahí el error, vivir el día a día y la espiritualidad como algo separado.

 

Hay que creer y punto. No, no es así como debe suceder.

 

Sucede descontaminando el cuerpo y la mente, con humildad, sin fanatismo, sin soberbia, como un Samaritano que ayuda al caído; siempre debe ser así; el Samaritano y el caído eres tú mismo. Ayudar es bueno, pero enseñar a ayudarse es divino.

 

Fue lo que Jesús hizo, toda su enseñanza está dirigida a conocerse uno mismo, tu espíritu y no a tu estómago, ni a tu bolsillo; el alimento es espiritual; el espíritu es la energía que sana tu hambre, tu carencia, tu enfermedad, tu arrogancia y tu falta de amor. Dejas de ser un esclavo de tu ignorancia.

 

Eso es lo realmente útil, que vemos como inútil por estar dormidos.

 

Si observamos un árbol, nosotros le damos utilidad de acuerdo al beneficio que nos aporta: sombra, leña, madera, ornamento y frutos. Pero si nada de eso nos aporta, es un ejemplar inútil.

Es lo que sucede con las formas visibles e invisibles, orgánicas e inorgánicas, religiosas y espirituales. Cuando consideramos que no nos es útil, lo descartamos o postergamos; si es útil, la aprovechamos.

Perdemos de vista el equilibrio fantástico de todos los elementos cuando le buscamos un beneficio a nuestras necesidades materiales.

Conservamos aquello que sentimos útil, buscando satisfacer nuestras necesidades; vivimos en nuestro mundo como si no perteneciéramos a todo lo que nos rodea, no nos responsabilizamos de las consecuencias.

Todo debe tener un equilibrio perfecto dentro nuestro en cuanto al espíritu, consciencia y los elementos.

Imagina una ola fuera del océano, o una hoja sin el árbol, ¿puedes?, no puedes, así como la ola pertenece al océano y la hoja al árbol, nosotros pertenecemos a la Mente de Dios y estamos en su Mente porque somos de Él. La ola sin océano no existe, igual que la hoja sin el árbol. ¿Qué tan útil podría ser la vida de un individuo que solo cree en satisfacer sus necesidades?, eso es estar vacío de conocimiento.

Cuando tienes consciencia de ser Universo por ser parte, así como una ola es oceánica, cuando eres consciente, debes desaprender y desinformarte de tus creencias y programas recibidos, “del menú”.

 

Ese conocimiento recibido es la barrera que obstaculiza ver el camino; el contenido de la mente impide conocerte a ti mismo. La niebla impide ver todo lo que se encuentra dentro de ella. Pero estamos tan inmersos, tan impregnados, tan involucrados a esta forma de vivir, que es difícil pensar que hay algo superior a nuestro gran ego.

Es como explicarle a un pez que está dentro del agua. _¿Agua?, ¿qué agua?, dirá. Pero tú no eres un pez, eres un ser con inteligencia, con consciencia, que puede lograr comprender que hay algo superior.

 

Cuando comprendes esto, comienzas a tener consciencia a que todo existe y asumes que lo que vives hoy no es más útil que lo que vas a comenzar a ver.

Nuestra mente pertenece a la mente de Dios; hoy limitada a lo terrenal, fuera del paraíso, impidiendo conectarnos a lo infinito, a eso que nos parece inútil, al Reino.

El ego te aísla al hacerte sentir alguien con eso que obtienes en esta vida.

Muchos intentan saber sobre la existencia, la espiritualidad, nacer y morir, y como no encuentran una respuesta satisfactoria, se quedan expectantes y conformes con poco.

La soberbia y arrogancia del ego hace que pierdas el total interés hacia el ser espiritual que eres.

Este vacío que existe en las sociedades es porque no existe una educación espiritual; el despertar se da de manera aislada y no masiva, pero la ignorancia no ayuda al proceso, porque toda la educación va dirigida al fortalecimiento del ego para dar lucha en esta vida que hemos creado y así sentir que estamos en lo correcto.

Esa es la programación nefasta que hace que la humanidad hoy esté así, con amnesia de su origen y con un comportamiento errático dirigiéndose al abismo sin saber qué hay luego.

Hay religiones que se identifican con libros sagrados. Los libros, son eso, libros, el contenido que buscamos en ellos está dentro de nosotros. Sin adoctrinamiento, ni amenazas que generen temor; solo pura energía divina, consciencia y comprensión del mensaje que está escrito.

Cuando no se comprende bien el mensaje del Maestro, éste se ajusta al entendimiento del que lee y escribe, y es lógico que así suceda, ya que para interpretar a un iluminado hay que estar iluminado, porque las letras nunca serán suficientemente certeras y sí, serán limitantes de algo que no tiene descripción literal.

Cuando chocas contra el muro de tus limitaciones, acá en esta vida, sentirás que tu esfuerzo no es muy útil en tu lucha por despertar.

Por más que leas y estudies, siempre estarás limitado a eso que otro creyó saber; la mente se limitada a lo que nos tocó aprender en esta vida. Por eso, cuando dejamos de debatir con el ego, porque reconocemos y aceptamos que lo que sabemos nunca es, ni será suficiente, abrimos una puerta a todo aquello que está por detrás, ese conocimiento oculto de lo divino, de lo espiritual.

Eso se da cuando nada necesitamos, nada deseamos, nada nos retiene, tienta, cautiva y nada nos apega; solo estaremos como el testigo consciente que observa con consciencia todo aquello que se creía nos era útil.

Nosotros respiramos sin esfuerzo y sin necesidad de pensar en hacerlo; pero podemos respirar a consciencia y hacerlo mucho más benéfico a nuestro equilibrio, somos testigos de la respiración.

Sucede igual con la mente, ella piensa sin esfuerzo y sin la necesidad de estar atentos; pero podemos pensar con consciencia y hacerlo mucho más benéfico a nuestro crecimiento; esa es la mente de Dios, ella, como la hoja al árbol, le pertenece.

Respirar y pensar deben, por sobre todas las cosas, estar bajo el ojo observador de nuestra consciencia. La consciencia es el canal inteligente que une la mente al corazón, el sagrado corazón.

La consciencia es la facultad que nos hace diferentes a todas las especies; es dirigir la atención con intención y cuanta más atención prestemos en cada uno de nuestros actos, vamos despertando una nueva consciencia de existencia.

El pesado ego desaparece, ya que no habrá necesidad de comparar, debatir, competir y tener la razón; todo eso ya no será necesario cuando te haces humilde, sin ego, con consciencia.

Cuando el oído del alumno está listo, se sentirá pequeño y humilde frente a la inmensidad, porque entiende que pertenece a lo que no comprendía. Serás grande si primero te haces pequeño, humilde, entonces estarás en el principio.

Todo final es un principio de…; y cuando estás en el principio sabrás cual será tu final. Pequeño, humilde y comprender por qué, “Yo solo sé que no sé nada”, para comenzar a saber.

No creas en nadie que se sienta importante o superado porque habla en vos alta de Dios, Profetas y Maestros, llevando su estandarte como una identidad y juzgando al que no piensa como él; esos están en un error, porque el que sabe del Maestro, es humilde, manso y pequeño.

El fanatismo, la bulla y los excesos no son compatibles con la grandeza. Si quieres ser un Maestro, debes hablar y actuar como uno.

Él dijo: “El que coma de mi carne y beba de mi sangre, tendrá vida eterna”.

El que se alimente de mi mensaje y hable y actúe como yo lo hice, tendrá vida eterna.

Jesús no necesita de alguien que lo defienda, Él solo quiere que transmitas su mensaje, que seas su boca; sino, ¿para qué murió?, para que lo tengas en una cruz; no, el no vino a que sientan pena, el vino a dejar su enseñanza.

¡Despierta!

Para que todo lo inútil nos sea útil, primero nosotros debemos sentir inútil todo aquello que hoy consideramos útil.

Bajamos la guardia permitiendo estar abiertos al mensaje, sin ningún juicio, prejuicio, condiciones y emociones que pongan objeción a comprender que formamos parte de eso; todo siempre ha estado sucediendo a través nuestro sin saberlo.

El filósofo Sócrates dice: “Yo solo sé que no sé nada”. Es esa la humildad que lleva a una persona ser sabia. Bajar la guardia para permitir el ingreso de la sabiduría. Lo que creemos saber, tan solo es una pantalla limitante que nos impide ver lo ilimitado.

Hazte pequeño, se humilde y se consciente de que lo que hoy sabes no es tan útil. Si no lo crees, está bien que así sea ahora, ya sucederá. Si crees en la palabra de Jesús, está bien que ahora así sea.

Voy a citar unos pasajes de Jesús.

 

Dijo Jesús: “El que busca no debe dejar de buscar hasta tanto que encuentre. Y cuando encuentre se estremecerá, y tras su estremecimiento se llenará de admiración y reinará sobre el universo”.

 

Dijo Jesús: “No mintáis ni hagáis lo que aborrecéis, pues ante el cielo todo está patente, ya que nada hay oculto que no termine por quedar manifiesto y nada escondido que pueda mantenerse sin ser revelado”.

Hoy vemos que nos han estado mintiendo, tal vez con una intención oculta o tal vez por ignorancia, pero son muchos los que despiertan y reconocen la verdad. Nada de lo que hagas a puerta cerrada queda oculto, contigo alcanza.

Dijo Jesús: “Muchos están ante la puerta, pero son los solitarios los que entrarán en la cámara nupcial”.

Muchos están expectantes sin comprender, solo el que despierta entra.

Dijo Jesús: “Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la tierra”.

Dijo Jesús: “Quién sepa mucho de todo, pero nada en lo tocante de sí mismo, no sabe nada”.

El autoconocimiento es el único camino a ser conocido tú y así saber de Él.

 

¿Qué tan útil va resultando tu vida?

 

Para ser un Maestro, Habla y Actúa como uno.

Alfredo Zerbino

Autor

Estamos sobre el paraíso y no lo vemos.

www.alfredozerbino.com

Pintura de Jesús por

Akiane Kramarik 

La joven, de actuales 22 años, ha relatado que comenzó a tener visiones celestiales desde los tres años de edad.

A esa temprana edad la niña les reveló a sus padres que había visitado el Cielo, un idílico lugar donde Dios le habría dicho que la ayudaría con un don para transmitir su mensaje a la humanidad.

Inspirada por sus visiones, Akiane comenzó a dibujar a los cuatro años de edad, a pintar a los seis y escribir poesía a los 7 años.

Cada uno de sus dibujos y pinturas, por cierto, se correspondían exactamente con las visiones que recibía a través de sueños, las mismas visiones que le permitieron conocer, entre otras presencias divinas y según afirma, al mismísimo Jesús de Nazaret.

Una de sus pinturas más conocidas, de hecho, fue un cuadro llamado “Príncipe de la paz” (“Prince of Peace”), un retrato de Jesús que Akiane pintó cuando tenía 8 años de edad.

Sitio Oficial

https://akiane.com/